viernes, 26 de diciembre de 2008

Volveré...

La PC dejó de funcionar... Asi de pronto y sin aviso... Ese extraño aparato al cual me entrego tantas veces en pleno ocio o momento creativo, como se guste...
Y asi me encuentro, con espacios virtuales robados en calles de Buenos Aires que poca comodidad me brindan. Sin puchos y sin mates. Asi no se puede. Una lástima.

Pero ya volveré.
Gracias a todos los que siguieron pasando por aqui y seguirán.
Prometo volver con algo mas interesante cuando pueda estar en mi casa, y pueda ademas escribir algunos acentos que con estos teclados es imposible.
Bueno, eso, por ahora, nada más, la a con acento es alt 160. Que bien. Pero asi no, es un lio.

Hasta pronto

viernes, 21 de noviembre de 2008

Jazmines sobre la mesa


Hay jazmines sobre la mesa, y un rayo suave de sol asoma por la ventana apenas abierta. Una brisa fresca, anuncia, trae claridad. Claridades. Y no agota la calidez de noviembre.
Copas verdes asoman desde lejos. Los pájaros cantan tímidos en la ciudad pero se escuchan.
Las calles resplandecen, pero desde la ventana de mi casa, aquí sentada, no llego a verlas. Se hunden, se escabullen a mi mirada. Desde aquí todo se ve lejano. Cielo, copas, y edificios que parecen maquetas. La ciudad desde arriba parece dormida. No hay gente ni apuros. Solo día soleado y caricias de media mañana.
Las letras como guirnaldas penden de aquí y de allá. Entonces respiro profundo. Alejo de mí los pensamientos con algún esfuerzo y me abandono al aroma dulce que me abraza.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Maga

Te busco, Maga ¿dónde estás?

Por qué, quiero saber por qué, a veces te gusta jugar así, a las escondidas, a perderte en las rumiaciones de Horacio. Si vos sos otra cosa. Sabías que no había por qué aprender eso. Pretendés empaparte de toda esa “cultura”, así le llamás, que te falta. Querés ir profundo, con análisis, libros, e ideas rebuscadas. Y allá te veo, corriendo, enmarañada, asustada. Te persiguen los juicios que vos misma inventaste sin siquiera imaginar...
Ahora entendés, y eso en un punto te enorgullece, verdad? Te sentís parte. Sin embargo, hay en tus labios un sabor amargo que poco se parece a la fruta madura que conocías, que te han dicho.

Te veo, Maga, intentando nadar un poco en tus ríos, pero que difícil te resulta ahora... Eso que hace poco parecía formar parte de tu naturaleza.

Te desconozco, Maga. Y eso no es lo peor, ya diría mi padre, lo peor es que vos misma no sabés quién sos cuando te quedás parada allí, frente al espejo. Y tu carne te parece ajena.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Las palabras se mezclan y se expulsan unas a otras con fuerza. Se pegan en las paredes. Las ensucian.

Eternidad y brisa fresca
Persianas negras. Solitarias.
Oscuro ropaje. Adherido y pegajoso.
Y los pájaros infinitos de siempre.
Flores en el jardín.
Coloridas. Y plomo en la espalda.
Confusas ideas-palabras.
Amor.
Angustia.
Vida. Y más vida.
El cielo despejándose de gris.
Las nubes corren furiosas y dudan.

Viejo y conocido recurso para un decir sin decir nada.
El lenguaje enmudece y el alma grita.

domingo, 26 de octubre de 2008

Así

Lo amo en blanco, en negro, lo amo en fotografía antigua y en colores vivos.

Lo amo así,
multifacético y artista, mi amor.
Pinta universos y luego se dispone a contemplarlos,
aplicadamente.
Los moldea como si pudiesen escurrirse entre sus dedos,
suavemente.


Comprendiéndolo todo,
Enredado en palabras, ideas y teorías,
y eliminando cada una de ellas con una sola sonrisa.


Capturando instantes, eternizándolos.
Arrojando músicas y bailando con mi alma.


Hipnotizado frente a su ciudad gris,
inventándola tras la ventana,
recorriéndola con pasos largos y lentos.
Haciéndola suya.


Lo amo en cada mirar, en cada una de sus melodías
y de sus dibujos en el aire.
En sus palabras sencillas y sus pensamientos infinitos.
En cada una de las formas desprendidas de sus ojos y de sus pinceles.


Lo amo cuando permanece en silencio, lo amo mientras canta,
mientras flota sintiendo la música, casi sin bailar.
Lo amo en sus furias y sus intentos de subvertirlo todo.
En su subvertirme.


Lo amo mientras me hace brillar también a mí, con sus estrellas.


Lo amo mientras me deja allí, encantada,
sin casi poder moverme,
adormecida y fascinada.
Mirándolo. Descubriéndolo siempre, diferente pero el mismo.
Único.


Lo amo mientras me cuida, mientras comprende mis lágrimas y las borra.
También lo amo en sus sueños tristes, en sus despertares violentos.
Lo amo mientras grita y cuando calla.


Lo amo y me sorprende, cuando dice justo aquello que estaba por decir.
Cuando se asombra de lo mismo que yo,
y cuando descubrimos que eso mismo que nos ha sorprendido
es lo mismo que tantas veces hemos contemplado sin preguntar.


Y en esos instantes casuales y extraños, nos sabemos tan cerca.


Nuestras almas tan confundidas en una sola.


Lo amo en sus metamorfosis, y en cada una de las mías.
Nos reencontramos cada vez, nos acompañamos, nos miramos en plena transformación.
Y volvemos a elegirnos.


Lo amo en blanco, en negro,
lo amo en fotografía antigua y en colores vivos.

Lo amo en el arte, con el arte, entre el arte.
Le debo el arte, le regalo arte.


Amo nuestras palabras inventadas,
Nuestra vida, nuestros rituales, nuestras escapadas del mundo común,
Nuestros paseos, locos por la ciudad,
mientras que el resto de la gente simplemente anda por allí.
Mientras nos reímos juntos de cualquier cosa, y entendemos.


Amo las vidas que habitan en nuestra casa,
Y sin ser nosotros, nos hablan, nos ríen, nos cantan.
Y hasta a veces nos responden cosas insólitas.

Lo amo así, tan extravagante y simplemente.
Tan él, tan yo, tan nosotros.


Lo amo en blanco, en negro, lo amo en fotografía antigua y en colores vivos.

domingo, 19 de octubre de 2008

Vuelo


Volando, desplazándose sobre fondos grises, suaves.
Generando ondulaciones y movimientos.
Fusionándose a veces con la ciudad que cuida su figura por detrás.
Dejando ir sus cabellos.
Aferrándose desde sus pies y a la vez,
desechando todas las raíces para siempre.
Inmortalizando la melodía que baila,
El viento que mece su vestido.

viernes, 17 de octubre de 2008

Las flores

Son las compañeras incondicionales de las peladas.

Las acompañan en cada metamorfosis.
Se calcula que las melenas, a su forma, ya vivían cerca de las flores, se sentían protegidas por ellas.

Actualmente, las flores siguen siendo muy importantes para las peladas, solo que poco ha quedado de su función protectora.
Las peladas disfrutan de mirar a las flores por largos ratos, en silencio. Y también a veces, les inventan canciones que describen sus verdes y violetas profundos, sus aromas frescos.
Cuando las peladas bailan, las flores disfrutan acompañando sus movimientos, meciendo sus pétalos, dejándolos volar, flotar con el viento.

martes, 14 de octubre de 2008

....Sus memorias (por Daro)

(Las Melenas)

Las melenas presentan la particularidad de no poseer ningún tipo de recuerdo. Es por esto que de su pasado sólo podemos anoticiarnos por leyendas y rumores que, a pesar del paso del tiempo, contienen una importante cuota de verdad.
Se dice que una melena intentó una vez construir los mitos de las melenas. Pero como semejante tarea no podía ser llevada a cabo en sólo un día, al día siguiente la melena había olvidado su propósito, por tanto la tarea quedó inconclusa.


(Daro)

Las Melenas: Sobre su relación con las peladas... (por Daro)

Sobre su relación con las peladas, es altamente probable que compartan un antepasado común. Según ciertos estudios arqueológicos, etológicos y astrológicos, parece desprenderse la conclusión de que ambas, peladas y melenas, alguna vez fueron tortugas. Sin embargo, a partir de allí se presume que sus caminos (hasta nuevo aviso) se separaron: mientras las peladas fueron sirenas, no sé encuentra aún eslabón intermedio para las melenas.
Algunos dicen que vagaron por desiertos tantos siglos que resulta difícil concebir la suerte de martirios que sufrieron las melenas hasta adquirir su forma actual. Otros las relacionan con el nacimiento de la religión. Según mis informes, ni lo uno ni lo otro puede resultar exacto; las melenas carecen de interés suficiente en las cosas como para registrar el dolor o inventar Dioses.


(daro)

lunes, 13 de octubre de 2008

Las melenas

Es un misterio aun, si las melenas y las tortugas fueron la misma metamorfosis, si las melenas son el antepasado de las peladas...
Aunque quizá, este dato no sea demasiado relevante, ni cambiaría demasiado las cosas...


.............. Sus músicas

De las melenas, suele contarse que no conocieron de melodías, a excepción de unas pocas esquepas de las que queda algún rastro en ciertas leyendas.
Según estas últimas, las melenas cada algún período de tiempo (quizá ligado a costumbres, creencias, o a algún antiguo calendario perdido) realizaban pequeñas reuniones que duraban algún tiempo ¿quizá horas? Se dice que allí, aunque no pueden quedar testigos ni pruebas de esto, las melenas cantaban a gritos sus temores con la esperanza que éstos cesaran al comenzar el nuevo día.
Imagino que tales rituales no fueron fértiles para las melenas, al menos hasta metamorfosis posteriores...
Seguramente durante las esquepas, transcurrían los únicos momentos en que las melenas se enteraban que no estaban solas.

Las peladas

.............. Sus fiestas

Nunca se enteran con anticipo. No pueden (de todas maneras ni se les ocurre) hacer preparativos, armar decoraciones y mucho menos hacer manjares. Eso no les impide andar cualquier día por los bosques y ser arrebatadas por enormes e incontrolables deseos de bailar. Así, llenas de un torpe entusiasmo, comienzan a desparramar brazos y piernas, expandiéndose al paso que inventan y gritan los cantos más alegres que se les van ocurriendo.
De ese modo, y gracias a los golpes que provocan involuntariamente y el volumen descontrolado de sus canciones, es que las demás se anotician de que ese día, hay fiesta. Pasan breves instantes antes de que todas se reunan y colmen los bosques de música.

Ir a los bosques

domingo, 12 de octubre de 2008

Y entonces...

Supimos que en Otros Mundos, también existieron las Melenas.

Las melenas siempre andaban con cuidado y evitaban todo tipo de conflicto. Introvertidas, nunca se inmiscuían en la contradicción y siempre asentían. Solían tener todo su día programado, y si por uno de esos avatares irrumpía lo inesperado, con angustia volvían a sus casas aguardando que el nuevo día las devolviera a la comodidad de la rutina.

Por lo que escuché, eran de pasos cortos y muy dubitativas... no pasaban un límite, y no avanzaban hacia ningún lugar desconocido si no tenían a mano un plano con claras indicaciones. ¿Debe ser por eso que sus bosques siempre fueron tan pequeños y delimitados?

Si bien es cierto que las melenas solían frecuentar algunos rincones oscuros, no permanecían allí más de lo indispensable.
Evitaban todo tipo de contacto y sabían recluirse en sus rígidos caparazones. Cuando una melena se encontraba con otra, podían pasar horas sin que la menor cosa sucediera.

sábado, 11 de octubre de 2008

Pájaros y bananas


Pájaros y bananas.
Pájaros que se transforman en bananas.
Bananas que asesinan, que buscan desesperadas su presa.

Su presa.
Un ángel posmodernisata que por su onírica ventana contempla la frágil ciudad.

Momentos antes, compartía en silencio la brisa fresca de la mañana con su soledad.
Minutos antes, sabía que los pájaros reales que cantaban afuera conmovían su alma mucho más que los que la miraban desde el cuadro.

Ahora solo sabe que está muerta.

Y los pájaros desde el frío marco observan la escena.
Y ríen.

(Foto de Daniela Edburg)

Sus pensamientos

más acerca de las peladas

viernes, 10 de octubre de 2008

A mi también, a veces me toca encontrar trapo rojo...

(...) "En fin, no es fácil hablar de la Maga que a esta hora anda seguramente por Belleville o Pantin, mirando aplicadamente el suelo hasta encontrar un pedazo de género rojo. Si no lo encuentra seguirá así toda la noche, revolverá en los tachos de basura, los ojos vidriosos, convencida de que algo horrible le va a ocurrir si no encuentra esa prenda de rescate, la señal del perdón o del aplazamiento. Sé lo que es eso porque también obedezco a esas señales, también hay veces en que me toca encontrar trapo rojo. Desde la infancia apenas se me cae algo al suelo tengo que levantarlo, sea lo que sea, porque si no lo hago va a ocurrir una desgracia, no a mí sino a alguien a quien amo y cuyo nombre empieza con la inicial del objeto caído. Lo peor es que nada puede contenerme cuando algo se me cae al suelo, ni tampoco vale que lo levante otro porque el maleficio obraría igual. He pasado muchas veces por loco a causa de esto y la verdad es que estoy loco cuando lo hago, cuando me precipito a juntar un lápiz o un trocito de papel que se me han ido de la mano, como la noche del terrón de azúcar en el restaurante de la rue Scribe, un restaurante bacán con montones de gerentes, putas de zorros plateados y matrimonios bien organizados. Estábamos con Ronald y Etienne, y a mí se me cayó un terrón de azúcar que fue a parar abajo de una mesa bastante lejos de la nuestra. Lo primero que me llamó la atención fue la forma en que el terrón se había alejado, porque en general los terrones de azúcar se plantan apenas tocan el suelo por razones paralelepípedas evidentes. Pero éste se conducía como si fuera una bola de naftalina, lo cual aumentó mi aprensión, y llegué a creer que realmente me lo habían arrancado de la mano. Ronald, que me conoce, miró hacia donde había ido a parar el terrón y se empezó a reír. Eso me dio todavía más miedo, mezclado con rabia. Un mozo se acercó pensando que se me había caído algo precioso, una Párker o una dentadura postiza, y en realidad lo único que hacía era molestarme, entonces sin pedir permiso me tiré al suelo y empecé a buscar el terrón entre los zapatos de la gente que estaba llena de curiosidad creyendo (y con razón) que se trataba de algo importante. En la mesa había una gorda pelirroja, otra menos gorda pero igualmente putona, y dos gerentes o algo así. Lo primero que hice fue darme cuenta de que el terrón no estaba a la vista y eso que lo había visto saltar hasta los zapatos (que se movían inquietos como gallinas). Para peor el piso tenía alfombra, y aunque estaba asquerosa de usada el terrón se había escondido entre los pelos y no podía encontrarlo. El mozo se tiró del otro lado de la mesa, y ya éramos dos cuadrúpedos moviéndonos entre los zapatos gallina que allá arriba empezaban a cacarear como locas. El mozo seguía convencido de la Párker o el luis de oro, y cuando estábamos bien metidos debajo de la mesa, en una especie de gran intimidad y penumbra y él me preguntó y yo le dije, puso una cara que era como para pulverizarla con un fijador, pero yo no tenía ganas de reír, el miedo me hacía una doble llave en la boca del estómago y al final me dio una verdadera desesperación (el mozo se había levantado furioso) y empecé a agarrar los zapatos de las mujeres y a mirar si debajo del arco de la suela no estaría agazapado el azúcar, y las gallinas cacareaban, los gallos gerentes me picoteaban el lomo, oía las carcajadas de Ronald y de Etienne mientras me movía de una mesa a otra hasta encontrar el azúcar escondido detrás de una pata Segundo Imperio. Y todo el mundo enfurecido, hasta yo con el azúcar apretado en la palma de la mano y sintiendo cómo se mezclaba con el sudor de la piel, cómo asquerosamente se deshacía en una especie de venganza pegajosa, esa clase de episodios todos los días."

(Julio Cortázar. Del cap. 1, de Rayuela)

domingo, 5 de octubre de 2008

sábado, 4 de octubre de 2008

De cómo conocí a las peladas

Fue un día, de casualidad...
Y desde ese momento, no pude dejar de observarlas. De sumergirme más y más en su mundo, que ahora es también mi mundo.

Sé que en algún momento fueron tortugas tristes. Temían de todo, hasta de sí mismas. Solían esconder las cabecitas cuando se sentían tan solas que no podían o no querían ver esa realidad. Al menos eso dicen... Son tiempos ya remotos...

Se cuenta que más tarde fueron sirenas furiosas, desconcertadas. No se hallaban en ese nuevo cuerpo, como si tras cada metamorfosis, hubieran podido conservar aun huellas de vidas y cuerpos y trozos de almas anteriores.
Solían sentir bronca ya que no entendían, y eso les generaba gran enojo. No llegaban a comprender para qué esa larga cola, que les impedía desplazarse como habían aprendido. Leyendas dicen que cada uno de esos cambios fue dejando a estos seres enormes aprendizajes, pero también heridas dolorosas.

Al parecer, tal como conozco hoy a las peladas, han podido hacer de esas marcas una fuente valiosa de su eterna inquietud. Su gran facilidad para sentir (para sensibilizarse por cualquier pequeñez) quizá provenga de antiguas lágrimas derramadas tristemente. Hoy miran adelante y sonríen. Sienten curiosidad por todo, buscan, siempre buscan algo -aunque no siempre encuentran-. Y a veces, si, también a veces, las peladas se sientan junto al lago en silencio, y lloran. Esos son los momentos en que yo, que las miro de lejos, pero no lo suficientemente lejos, las descubro un poco tortugas, un poco sirenas.

viernes, 3 de octubre de 2008

Acerca de sus primaveras

Las peladas son lo que nosotros llamaríamos “alérgicas a todo”. Pero ellas prefieren llamarle simplemente “achuses”. Y como viven en un clima predominantemente primaveral, andan estornudando mientras caminan, bailan, y corren, o mientras hacen sus quehaceres cotidianos.
Aunque pueda sonar molesto, a ellas no les genera el menor inconveniente y de tanto en tanto, aprovechan de los achuses espontáneos y repentinos, para soplar a alguna mariposa. Mientras las miran planear contra la corriente, se entregan a un momento de sonrisa eterna e indefinida...

miércoles, 1 de octubre de 2008

Acerca de sus dificultades y sus habilidades

A veces las peladas se sienten algo extrañas... eso es cuando llegan tarde a algún sitio, cuando se pierden en el bosque, o cuando les cancelan una cita. Es raro que las peladas tengan citas u obligaciones. Por eso se sienten raras. Las peladas se encuentran porque sí... Simplemente se encuentran. Se citan "en un rato" que es demasiado variable y relativo como para precisarlo con agujas.
Cuando se pierden en el bosque, sienten algo de miedo, y eso no es tan poco frecuente pues a las peladas les va muy mal con el sentido de la ubicación.
Es harto probable que olviden cuál es el árbol que les sirve de referencia y hasta que confundan las reglas nemotécnicas que con tanta aplicación han construido para no perderse. Afortunadamente, esto nunca es tan grave... Siempre logran llegar a casa sin mayores complicaciones, solo vagan por un largo rato hasta dar por fin y de casualidad con el camino correcto, o hasta encontrar a otra pelada que (quizá tan perdida como ella) pueda acompañarla en su búsqueda... En el peor de los casos, se quedará en casa de alguna conocida hasta el día siguiente. Siempre con la fresca se busca mejor...

domingo, 28 de septiembre de 2008

Sin reloj

Se despiertan con el sol del mediodía...

Y corren apuradas pero felices hacia el lago...
Piensan,
tarde es ya... una nueva jornada espera!

viernes, 26 de septiembre de 2008

Te miro... (en monocromo)

te miro...
andás flotando e inventando formas y aventuras sombreadas. Caminando en autopistas blancas y negras. Que van y que vienen Suben, bajan. Pasean. Recorren.
te miro...
frente a la gran cartulina blanca, creando, preocupado en detalles monocromos. Con los ojos brillantes puestos en un destello de luz que se escabulle en medio de oscuridades.
te miro...
fantaseando figuras vivas. Que toman el papel y bailan. Bailan en vos. Dentro tuyo, y se reflejan en tu mirada.
Se escapan de tu mesa de trabajo, vienen hacia mi gritando de alegría, sonriendo, olvidando su color y su ser que no es.
te miro...
y me encanta mirarte, y reparar en los gestos que asoman en tu rostro cuando alejas la cartulina y revisás tu creación y los últimos agregados en negro, los últimos recortes en blanco. Y me encanta descubrirte más mío y más libre.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Las Peladas

y resulta que...

las peladas andan sueltas, y bailan como las flores...

domingo, 21 de septiembre de 2008

Palomas negras II

Palomas negras que brotan del pecho
oscuridades. Recovecos oscuros del alma
desenfrenadas como deminios. Sólidos. Corpóreos.
Nos alejan. Se convulsionan. Se agitan.
Sus alas baten polvo gris
Generan ruidos roncos. Sórdidos.
Las palomas negras generan náuseas
olores putrefactos del alma.
Experimentar la oscuridad, también.
Es raro, huele a conjuros y a cementerios.
Me asusta y me angustia
Pero también quiero probar eso
Desmantelé por segundos el paraíso colorido
y detrás, también, había esto.
Palomas negras.
Hambrientas de rosas, fantasías y lilas.
Hambrientas de esperanzas líquidas.
Hambrientas de amor, paz y estrellas.
¿Todos tenemos palomas negras? Un horror.
Qué pena.

Palomas negras que rompen,
despedazan el pecho y el equilibrio.
O pretenden volver a cero.
Quieren la nada y el alma.
Quieren el cuerpo.
Poesía disfrazada de pena y delirio
Pero también, palomas negras.


(También se pueden experimentar los costados malditos del alma..?)

viernes, 19 de septiembre de 2008

Palomas negras

Tiempo 1
Manía de experimentar, eh? A veces es demasiado... Querer experimentarlo todo hasta puntos inútiles? No me decido aun si hay algún tope para esto. Experimentar sentimientos, experimentar con los sentidos. Quiero verlo todo, sentirlo todo. Imaginar hasta dóndo se puede. Sin límites o al menos tratando de borrarlos, ir corriendolos de a poco. Y más.
Y sé, creo, que en muchos casos sirve pero a veces che... No será mucho? Hoy me encontré imaginando cosas que no me gustaron. Para ver hasta qué punto. Cuándo la angustia. No, eso nunca sucederá. Pero. Y si pasa? Qué sentiría?
Hasta lo no vivenciado. Hasta eso quiero experimentar.
Vagar dentro de mi propia mente, a veces es un exceso.
Excesos.
Límites.
Límites.
Excesos.

Basta.

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Tiempo 2 (quizás lógicamente anterior)
¿Y si escribo?
¿Y si pinto?
¿Y si sale todo esto de aquí dentro?
No importa si es bonito o tan oscuro.
A veces no se puede todo, claro.
Hay días que brota luz del pecho.
Otros, palomas negras.

lunes, 15 de septiembre de 2008

"Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impuso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es un orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en perjuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, dejame entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos."

Rayuela de Julio Cortázar
Fragmento del Capítulo 21

jueves, 11 de septiembre de 2008

¡¡"Clic aquí"!! para ver más pintus

Y si, por fin comencé un taller de dibujo y pintura y estoy muy contenta! Y como si eso fuera poco, con el amor de mi vida..!
Como en las letras, en los trazos y los colores también se van de mí expresiones de deseos, de miedos, de ilusiones. Y otras tantas cosas aparecen y me sorprenden. Sin saber que existían, llegan y desde el papel o la tela me saludan y se quedan, conmigo... para siempre, o hasta la próxima metamorfosis...

sobre gustos...

No me gusta...
la soberbia... ufff...
estar apurada
que se largue a llover justo al bajar del colectivo
escribir con lápiz negro
el te con leche... y menos el mate cocido
la lechuga
la mala leche
las aceitunas
la risa obligada
las cucarachas
hablar por teléfono
levantarme temprano
las anécdotas exageradas....
las empanadas fritas
las almohadas altas
comer en la cama
que me acaricien el pelo..
el calor
el suplemento económico
las servilletas de tela
Me gusta mucho...
Ver la lluvia caer desde la ventana un domingo
Buenos Aires
el café negro
los perros y las hamacas
dibujar flores
Mar chiquita con el amor de mi vida
las charlas largas mate por medio con gente querida
cantar en la ducha
el invierno
los chistes bobos
el chocolate
mirar lepis
los cronopios y Julio
pintar
acostarme tarde
viejar en el subte vacío

huellas de aquella madrugada

Sola en el departamento a la una, dos, tres de la madrugada. Una jarra de café por la mitad, un poblado cenicero y mucho humo en el ambiente. El comedor era chico, la mesa llena de libros y apuntes, fibras y señaladores, casi lo abarcaba todo.
Me sentía tranquila, disfrutaba de la soledad de la noche para estudiar. Siempre fue así.
Mi esposo había salido con amigos. Yo preferí quedarme y preparar Psicopatología.
Leía detenidamente, concentrada. Alternaba los párrafos con tazas de café y cigarrillos.
Cerca de las cuatro, si bien el sueño nunca llegaría, me daba cuenta que tendría que acostarme. Llevé uno de los libros al dormitorio. Apagué todas las luces y encendí el velador. Me acosté y di algunas pasadas a una página sin lograr leer. La atención se había quedado en el comedor, quizá en la gran mesa de hierro. Pensé que era sueño, al fin. Cerré el libro y apagué la luz. Me dispuse para dormir. Sin embargo no. Comencé a sentir mi propia respiración. Uno no suele darse cuenta de que respira. Todos lo hacemos, pero no reparamos. Pero esa vez sí reparé. Me detuve en cada inhalación. Me di cuenta que me sentía rara. Exhalaba. Inhalaba. Y cada vez se hacía más difícil. Empecé a sentir miedo. Un miedo profundo y una opresión fuerte en el pecho. Creí que me estaba ahogando. Pensé que estaba nerviosa. Quizá demasiado estudio, demasiado café... Intenté tranquilizarme en vano. La sensación de ahogo era cada vez peor y la desesperación avanzaba. Me senté en la cama y prendí la luz. Intenté coordinar la respiración, pensarla. Y fue peor. Me levanté de un salto. Corrí al baño. Ahora se sumaba un dolor en el estómago y una clara sensación de mareo. Me miré al espejo. Transpiraba, estaba pálida. Me mojé la cara mientras pensaba que me quedaba poco tiempo. No sabía qué me pasaba pero sí que me estaba muriendo. O acaso volviéndome loca. Imaginé que si dormía, probablemente despertaría internada. Las imágenes aparecían en mi mente sin quererlo, se imponían. Y el temor era ya insoportable. Temblaba. Todo el cuerpo. El corazón latía tan fuerte que podía escucharlo, y esa percepción no ayudaba. Qué hacer a esa hora, sola y sabiendo que me moría o que la locura estaba apoderándose de mí. Lloraba casi sin registrarlo y con pocas lágrimas. Un grito recorría mi garganta pero no podía siquiera soltarlo. Caminé por el comedor, entré y salí del baño y de la habitación varias veces. Me acerqué al teléfono otras tantas, lo levanté, comencé a marcar, corté. ¿A quién podía llamar? ¿Qué iba a decir? ¿Cómo explicar lo que no sabía que estaba pasando?
El infierno se prolongó durante cuarenta y cinco minutos, aproximadamente. Decidí llamar a mi madre quien en medio del susto y el sueño, me tranquilizó un poco.
Luego terminó todo. Pero las huellas del miedo quedan por siempre en el alma y el recuerdo, y a veces irrumpen en suspiros largos y entrecortados. Otras en sueños. Y en el mejor de los casos se logra plasmar en letras de un relato. Como este.

viernes, 15 de agosto de 2008

Alivio

Qué bueno es sacarse poco a poco la mochila de plomo...
Dejar de ser aquello que no se es ni se quiere ser.
Cuánta verdad que hay en eso de que el ser atrapa.
Asfixia.
Y si no quiero ser?
Por qué encerrarse en él?
No hay un por qué.
Es posible no ser esto y aquello.
Y qué bien se siente.
Quitarse una a una las etiquetas y soltarlas al viento.
Y qué lindo es verlas perderse en el infinito...

domingo, 10 de agosto de 2008

Arte y locura

CINE


(Imágenes de Inland Empire, de David Lynch)

"Los sueños verdaderamente importantes son los que tienes cuando estás despierto, ya que cuando duermes no los controlas. A mí me gusta sumergirme en un mundo onírico que yo he construido o descubierto; un mundo que yo elijo" (David Lynch)


Más allá de la conexión de las películas de Lynch con lo onírico, yo creo que lo que se pone a jugar también es este sentimiento al que nos expone crudamente de extrañeza, de horror frente a lo descarnado de la locura.
Y pensaba en lo brutal de esa capacidad artística. Nos acerca... a la locura... al sin-sentido... al temor... a lo conocido - desconocido... a lo familiar y cotidiano que se vuelve ominoso, diría Freud.

FOTOGRAFÍA

Sufrimiento, Javier Téllez


La extracción de la piedra de la locura, Javier Téllez

De la escena temida, puede partir la creación.
En algunos casos, quizá no sea más que poder manifestar el horror con colores, imágenes, a veces con palabras. El arte nos acerca lo suficiente a estos íntimos sentimientos pero no tanto como para quedar dentro... Creo que es una puerta para poder explorar estas zonas oscurísimas desde un rinconcito donde aún queda algo de luz.

domingo, 3 de agosto de 2008

Sigue?

Y claro, cuando no, aquello despertó un hilo metonímico que se me impone.

Palitos chinos.Jarabe de palo. Palotes. AL palo. Palo borracho. Palitos (y chizitos) Pata de palo. (Sofovich) Palito ortega. Palo Gandolfo (?). Palo bonito. Palo é.

//Ni a palos. //

Recién

Mientras escribo, el vaso cae de la mesa y los pinceles (largos, elegantes) se desparraman sobre la alfombra gris. Mientras los recojo siento que violentamente desarmo la ilusión de los palitos chinos.
Y me acuerdo qué hermoso que era jugar con los deditos vueltos delicadas y temblorosas pinzas.
Palitos de colores con formas de espadachines y caballeros.
Puntiagudas ilusiones de plástico.

Festival de la Luz 2008

Muerte por M&m's

En el Centro Cultural Recoleta, hay una muestra muy linda de fotos. Yo, que no conozco nada de este arte, me quedé impactada por una fotografa mexicana, Daniela Edburg.
Ya en casa, estuve buscando en la web, y encontré muchas fotos más de esta misma chica. Realmente son buenísimas. Críticas, satíricas, coloridas y a la vez negrísimas.... Verdaderos atracones de consumismo, fantasías y enrarecida femineidad.



Será peligroso dormirnos en una pileta en la que los colores flotan mientras nos deleitan? todo me dice que sí... pero qué bella imagen...!



Y sí... los dulces son tentadores...

Buenísimas, y muy linda la muestra en general, que más allá de esta artista, también tiene fotos de otros artistas latinoamericanos que abordan el tema de la violencia, con un sello muy nuestro.
En fin, para ir a ver...

viernes, 1 de agosto de 2008

Para nostálgicos (clic aquí para empezar la recordadera)


"... Aunque me fuercen yo nunca voy a decir
que todo tiempo por pasado fue mejor
mañana es mejor..."


(Cantata de puentes amarillos
de Luis Alberto Spinetta)

viernes, 25 de julio de 2008

"Ella los nada..."

Tantos soles me encuantran, como hoy, debatiéndome entre estos mundos tan diferentes pero complementarios. En debates y ríos metafísicos, nadando entre preguntas sin respuesta, intentando darme cuenta si soy esto o aquello otro o simplemente ni eso ni aquello. Y criticándome por esa manía de querer saber qué o cómo soy sin aceptar que esto y nada más. Que el mundo maga y el mundo horacio pueden encontrarse en un mundo propio y diferente. Que la racionalidad no necesariamente va por otro carril. Que los sueños pueden perseguirse sin más. Que a veces las explicaciones sobran pero otras no. Por qué tanta dicotomía? O si quizá no es dicotomía sino tan solo diversidad dentro mío que se hace oir con diferentes voces, a veces maga, a veces horacio, a veces cronopio, a veces fama. En fin...

jueves, 10 de julio de 2008

miércoles, 2 de julio de 2008

El sentido de la vida

¿Sin sentido que despierta?

Sentidos
Prefabricados
Que no existen
Que se van abrochando a la idea de vivir
Sentidos que no tiene
Sentidos que no hay
Sin sentido
Sentidos que no alcanzan
Sentidos que seducen
Sentidos que se agotan
Sentido que se pierde
Sentido que se duerme
Sentido que se encuentra
Sentido que adormece...

Cómo decirte...

¿Cómo decirte?
Que sin quererte te quiero, pero veo que te vas...
¿Cómo explicarte?
Que es amor de lo que hablo y nada más...

domingo, 29 de junio de 2008

Julio Cortazar y el psicoanálisis

Pensaba en un aspecto que supongo similar en Julio y en Freud. Suena a clisé. Pero me pareció muy interesante recortar que ambos, entre seguramente infinitas cosas más, hacen del desecho de sus respectivas "disciplinas madres" - la literatura y la psicología, respectivamente - el objeto de su interés y creación.
En el caso de Sigmund Freud, toma los sueños, los fallidos, todo lo inexacto e inexplicable hasta el momento, y decide enfocarse en ellos para convertirlos en el sello principal quizá y columna vertebral de su obra. Julio Cortázar, por su parte, se para sobre el lenguaje, lo investiga, para luego forzar su desmezcla, su revolución. Juega con las palabras y las formas, con las reglas y las costumbres, para inventar un maravilloso y estético caos de letras que resiste a toda tradición.
Marcas, huellas de la versatilidad y apertura de ellos mismos y de lo novedoso y original de sus obras...

Recomiendo convencida a todos quienes disfruten de la sorpresa, los interrogantes y la diversidad, que se acerquen a la obra de Julio Cortázar. Y en primer lugar, a Rayuela. Creo que en ese libro, se desnudan muchas "huellas" del escritor. Sus ideales encontrados, sus dos mundos. La racionalidad, lo exacto, lo previsible, nunca completo, y siempre mezclado e invadido por chispas de "lo fantástico". Justa expresión, no solo el contenido, la historia, sus personajes, sino también su disposición y paisaje, de lo múltiple, del interminable camino de la tierra al cielo y de los matices del espíritu.

jueves, 17 de abril de 2008

Fundación mística del Colosal de Salerno

Cuenta la historia, que en el barrio de Salerno, vivía el Petizo Frotanudos, según le decían sus amigotes y conocidos. Su gracia, se debía a que por un lado, una suerte de voz en off, le decía que cada vez que se topase con un nudo, tenía que frotarlo con ambas manos, sino, algo terrible ocurriría. Por otra parte, pasaba casi todo el día dejando mensajes sublinguales en las paredes de las casas. En esos mensajes, incitaba a los lectores frugales, a que froten nudos como él, siempre que pudieran.
Se había hecho tan famoso el Frotanudos, que hasta una bandada musical, llevaba su nombre sublingualmente: se llamaba “Los Frota” y el logo era un nudo marinero, que lo decía todo.
A la edad de dieciséis años, el Frotanudos fue descubierto por la policía, quien decidió darle la pena máxima, y lo encerró en Tupungato. Allí, permaneció hasta su muerte, tras la cual la secta conformada por sus seguidores, tomaron personería jurídica, y levantando pancartos y estampas con la cara del Frotanudos, pidieron que se lo reconociera como santo y que su nombre fuese dicho como mínimo una vez al día en las escuelas secundarias; sino cuando se formaba a los alumnos, al menos en las clases de matemáticas o de geografía. Aunque el gobierno se opuso rabiosamente a semejante herejía, no pudo menos que reconocer la trayectoria del Petizo y el trabajo incesante de sus seguidores, lo que los llevó a llegar a un acuerdo, recordando y homenajeando al susodicho, al menos con el nombre de una calle, por supuesto, la que daba directamente al Colosal de Salerno, que hoy de llama Paseo del Frotanudo.

viernes, 28 de marzo de 2008

"Línea A con demora"

Nada grata es la noticia. Llegar a la parte más baja de la estación de subte y ver el cartel azul claro. Hay dos opciones. La peor es “Interrumpido”, pero “Con demora”, no deja de ser una puerta a grandes sorpresas. Cuando no hay otra alternativa para llegar al trabajo, ocurre que vemos el cartel, y: primero nos invade una bronca inmensa, luego nos acercamos a la ventanilla a sacar el pasaje. Cruzamos el molinete sin apuros, ya que sabemos, nos espera un largo rato en el andén.
Río de Janeiro. Aprovecho para leer algo (siempre es aconsejable tener un librito en el bolso). Un rato, dos ratos, tres... La gente se apila al costado, cerca del hueco, cada vez más cerca, cada vez más gente. Siempre con la incertidumbre de que cambie el cartel, y la demora se vuelva interrupción y ¡zaz! No llegar nunca al trabajo.
Por fin se ve luz al final del túnel. Las cabezas comienzan a asomarse, el ruido, y bueno, ya está. Un malón subiendo a empujones. En esos días de demora, el subte llega ya lleno de gente. Por las ventanas se ven las montañas de cuerpos apretujados. Uno cree que no va a entrar nunca, que no hay más lugar. Pero a los pocos segundos y luego de un no tan pequeño esfuerzo, llega un calor sofocante que nos convence que sí: siempre hay lugar para uno más, teoría que se comprueba estación tras estación. En el subte de la línea A “con demora”, el espacio es tan limitado y a la vez infinito.
Bueno, todo esto es de esperar cuando uno ya vio antes el cartel azul claro. Además, por fin uno está dentro del subte, sea como fuere la cuestión.
Es momento de ubicarse como se puede: mano arriba al tanteo de una de las manijas colgantes, piernas separadas -una en cada uno de los dos pedazos de suelo vacío-, el cuerpo algo contorsionado, el bolso casi sobre el pecho y en la espalda de la pobre señora de adelante que me convida del suyo muy cerca de la cara.
Casi sin darnos cuenta estamos ya en Castro Barros. Y más gente.
Algunos, empiezan a impacientarse, a suspirar, a bufar, a hacer comentarios del país y la situación vial al de al lado. Otros hacen bromas. Nunca faltan las caras agrias, que dan la sensación de que estallarán antes de Plaza Miserere. Sin embargo, pasamos Loria y ya estamos. Aquí es donde todo se complica mucho más, no podría ser de otra manera. Sube una cantidad de gente insospechada, como siempre en esa estación para el lado del centro a las ocho y veinte de la mañana. Entre medio de la muchedumbre, la cabeza de una pobre enana, lucha por salir al aire, estirando el poco de cuello. Un viejo empuja a una muchacha sin disimulo, la muchacha lo regaña con un dedo al cielo...
Alberti pasa silenciosa. El calor es mucho. En verano, no es tan recomendable el subte, y menos el A con demora. Pero a veces no hay alternativa.
Pasco. En el brazo uno puede sentir la respiración de alguien muy cercano. Quien muchas veces nos sorprende con olores que para qué contarlo. Uno puede ir mirando también las pertenencias ajenas por puro pasa tiempo. Y así descubrir antes de llegar a Congreso que a la chica de al lado le gusta revisar cada pocos segundos su reloj pulsera y tantear la agenda que asoma por el bolso semi abierto.
Congreso siempre es linda. Da un aire de paseo por el museo. Algunos se bajan apurados. Desde el vagón es lindo fantasear con épocas lejanas, cuando los muebles que se lucen ahora en las vitrinas, estaban en uso. Veo pasar ahora las molduras bordó.
Va quedando poco de túnel oscuro. De vías, de ruido. Repasar mentalmente el día que está comenzando, detectar el tic del pobre señor que se tambalea sin poder frenar acompañándose de un breve ruido gutural, tararear una canción cuando el ruido es fuerte y jugar a qué nivel debe uno hacerlo para apenas poder oirse... Todo eso ayuda a que las estaciones pasen más rápido.
Saenz Peña. Lima. Lástima que es imposible leer cuando está lleno. Recién a partir de estas estaciones comienza a sentirse el aire y el lugar. Los músculos se relajan algo. Ya es tarde para sacar el libro del bolso. Los pies se sienten cómodos, y las piernas.
Piedras. Tarde para sentarse. Hay que ir acercándose a la puerta. Acomodar las manos en las manijas. Lista para hacer fuerza. A veces las puertas se traban. Pensar que estas son ya una reliquia, casi no quedan puertas de apertura manual.
Perú. Por fin abajo.

domingo, 9 de marzo de 2008

viernes, 11 de enero de 2008

Un cuento

"Todos están locos"
Aquel día, al volver de la escuela, el colectivo que me llevaba a casa habitualmente, cambió su recorrido.
Pensé que luego retomaría la avenida y seguiría el camino como siempre, pero me asombré cuando comenzó a internarse en un callejón que nos conducía exactamente al revés de cómo debería. Era más bien una calle chica, adoquinada, por lo que el colectivo se movía bastante. Me paré en seguida tambaleando un poco y me apuré a tocar el timbre.
“¡Caramba!” me dije una vez abajo. Cuando miré el boleto que guardaba en el bolsillo de la campera, pude ver que había tomado el colectivo equivocado sin darme cuenta. “¡Qué tonta! Me repetía una y mil veces “¿Cómo no me di cuenta?”, y mientras seguía caminando para regresar a la avenida.
Cuando miré el reloj, marcaba justo las doce del mediodía. Debía apurarme, pues mami me esperaba en casa con la comida preparada. Siempre almorzábamos juntas mientras mirábamos algún programa en la tele y le contaba las novedades del colegio.
De pronto me sentí cansada. Había caminado muchísimo. ¡Ya debería haber llegado hace rato! Si solo eran cuatro cuadras derecho...
Miré hacia atrás. Tal vez me había pasado. Tan distraída, y ahora además, el cansancio... Descubrí que todo a mi alrededor me era desconocido. Todo lo que ya había caminado, lo que seguía. Las casas, los comercios, las caras de la gente. Era un barriecito de casas bajas y pocos y pequeños negocios. Nada parecido a mi cuadra, tantos edificios y autos y luces y semáforos...
Volví a mirar el reloj, que esta vez marcaba las doce y cuarenta y cinco. ¿Cómo podía haber caminado durante tanto tiempo sin notarlo? En mi vida había andado por esas calles. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo.
Busqué en el bolsillo alguna moneda. Debía comunicarme con mamá para contarle lo sucedido. Seguramente estaba preocupada por mi demora. Me alerté al ver que había solo pelusas y boletos viejos. Ni una moneda.
Estaba ya agotada y confundida. Me sentía algo mareada. Así que me senté en el umbral de una casa para descansar y acomodar un poco las ideas. Todo comenzó a girar a mi alrededor, hasta que... no sé. En realidad ya nada más recuerdo de aquel día.
Cuando desperté, me encontraba en una cama, en una habitación pequeña que jamás había visto. Alrededor mío había dos médicos y mis padres. ¡Por fin! ¡Allí estaban! Quise abrazarlos y preguntarles todo. Decirles lo confundida que estaba. Esperaba una explicación. Cuando intenté acercarme, mi madre retrocedió un paso y comenzó a llorar. Mi padre no tardó en abrazarla y consolarla. Le decía “Todo va a pasar, vas a ver mi amor”, mientras le acariciaba el pelo y con dulzura la llevaba lentamente hacia la puerta. Se alejaron hasta desaparecer del cuarto.
No sé cuánto tiempo ha pasado desde esos episodios. Día a día permanezco acá. A veces lloro, a veces grito. A mis alrededores hay más gente. Todos vestimos conjuntos blancos, igualitos. La mayoría son niñas y muchachas. Ellas parecen iguales que yo. También lloran, gritan, caminan como perdidas. No sé qué pasa.
Mami y papi me visitan a veces. Me miran desde lejos a través de un vidrio. Lloran un poco y se van. Yo les grito, intento que me escuchen, pero no lo hacen. Pronto aparece un señor vestido de verde claro que parece un médico. Me pone una camisa. ¡Qué tonto! ¡Siempre me la pone al revés! Luego me lleva hacia mi cama, me acaricia suave la frente, me pincha y se va. Y yo descanso un largo rato.
Aun no sé que pasó. ¿Se estarán volviendo todos locos?

Qué

Momentos, imágenes, recuerdos, deseos, cosas de todos los días. Puntos de vista... absolutos y relativísimos. Maneras de ser, particularidades. Virtudes. Defectos. Cosas que no se permiten. Cosas que se exigen. Creaciones. Iniciativas. Sueños. Sueños abandonados. Sueños realizados. Presencias, Ausencias. Seres que pasan por la vida. Seres que se quedan. Que dejan algo, que (nos) arruinan por fracciones de vida. Sinsabores. Historias tristes. Anécdotas sin contar. Anécdotas repetidas, que contamos mil veces, que recordamos millones. Instantes y eternidades. Aromas, sonidos. Frases que marcan. Frases que se anotan, que se dicen, que se esperan, que se escuchan, que hacen ruido. Ruidos. Ruidos que molestan, que acompañan, ruidos necesarios. Necesidades. Inventadas y reales. Y reales inventadas. Inventos. Que nos dicen, que decimos, que pensamos. Pensamientos propios. Novedosos. Novedades nuevas y novedades viejas. Novedades que ya no son. Novedad es también cuando nos anoticiamos cosas de nosotros mismos. Que somos. ¿Qué somos? Cuando sabemos que somos también, eso. Y eso que jamás pensamos que seríamos. Y cuando nos damos cuenta que es posible no ser eso que siempre nos dijeron que éramos. Y que tal vez seamos. Para otros. Novedad es también darse cuenta que uno es tortuga a veces, pero a veces no. O tal vez que no lo seamos. Que puede ser. Que eso es relativo. Darnos cuenta de que podemos ser solitarios sin estar enfermos. Que la soledad es a veces la mejor compañía (pero que a veces renegamos de eso, y cómo cuesta!) Saber también que aún con amor podemos seguir siendo solitarios. Y ya no pedir perdón por eso. Descubrirnos. Descubrirse. Descubrir (se). Y no asustarse. No asustar (se). De lo que (se) descubre, claro. Porque eso tal vez también somos. Porque los otros también pueden ser aquello otro. Aire, paz, luz, amor, cualidades, sentidos, sentimientos. Sensibilidades. Abanicos (de) sentimientos, de sentidos, de sensibilidades, y de insensibilidades. De vulnerabilidades, de riquezas, de hazañas, de caminos. Caminos que se abren, que se ramifican, que nos ponen en lugares nuevos, que nos dejan en lugares que ya conocemos, o que conocemos y sabemos que no nos llevan a ningún lugar. Pero quizá esta vez si...? Personas y personajes. Máscaras, melodías. Certezas cuestionables, cuestionadas, cuestionamientos sin sentido. Sentidos que se cuestionan. “Cuestiones de la vida”, cuestiones de la muerte... Muertes vividas, muertes muertas, muertes recreadas, inventadas, infinitas, imposibles. Cuerpos. Deseados, mirados, tocados, conocidos, mortificados, soñados, despojados. Que se encuentran, que se pierden, que se fusionan, que se rechazan. Cuerpos que creemos seres, seres que creemos cuerpos. Cuerpos que no conocemos. Cuerpos que tienen un adentro que nunca vemos. Y mejor que así sea. Adentros que imaginamos. Que aterran. Que son más que reales aunque los pensemos. ¿Reversibles? Ni pensarlo. Monstruos. También los hay. Reales y creados. De pesadillas, de la vida cotidiana... Cotidianidades que se vuelven raras. Rarezas que se vuelven cotidianas. Rarezas? Uno mismo, la rareza más cotidiana que tenemos. “Ser rara” ¿Ser rara? Faltan motivos. O sobran. Tenemos más sentidos que sin- sentidos, y no vemos que quizá sea al revés! Que la falta más grande e irremediable tal vez sea esa! Metáforas, justamente con ellas hacemos la productividad del sentido. ME-TO-NI-MIAS. Allí cuando nos damos cuenta que no hay... Que no... Qué... QUÉ? QUÉ!