lunes, 27 de abril de 2015

ROMANCE DEL PAIS QUE NO CONOCI, 
Elsa Bornemann

No conocí el paisito
de donde tú llegabas:
lo busqué en cada mapa
pero no figuraba.
Por eso, al ver tus ojos
yo me lo imaginaba
como un río celeste
oleando en sus mañanas.
(¿Fue el río el que te puso
de agua la mirada
y esa manera dulce
de apoyarla en la nada?)

No conocí el paisito
de donde tú llegabas:
por eso, al oír tu risa
yo me lo dibujaba
con una torre alta,
henchida de campanas.
(¿Fue allí donde aprendiste
a alzar la carcajada
y ese modo de darla
sonora, larga, clara?)

No conocí ese paisito
de donde tú llegabas:
Toqué tu piel y dije:
-Viene de donde se ama.
Por eso fui tu amiga:
de puro equivocada,
que hoy sé que no había río,
ni torre, ni campanas...

Fuiste un sueño apenitas
y era yo quien soñaba.
Tan sólo había tu pecho
con la puerta cerrada,
sin rincón de caricias,
sin paloma anidada,
sin lugar para un beso,
sin luces ni guitarras.

Por eso no podías
sentir que me hacías falta
ni beber de a poquito
el color de mi lágrima.
Por eso no podías
atarte a mis palabras,
la mitad, entre risas
y la otra, lloradas.
En vano tantos versos
de siesta amanzanada.
En vano tantos versos:
mi silencio extrañabas.
Por eso, sin siquiera
decirme qué pasaba
en un día cualquiera
me dejaste olvidada.
Qué triste es despedirte,
pasajero de mi alma...
Tu recuerdo me sigue
como un pájaro en llamas.
No podías quererme.
Hoy lo entiendo y me daña
pero sé que es la vida
la que anuda o separa.
No conocí el paisito
del que te despegabas
ni tampoco tú el mío,
coloreado de infancia.
¿A quién culpar entonces
de estas cosas que pasan?
Me llevo mi solcito:
le sobra a esta nevada.
Mi última muñeca
mira y no entiende nada.
Mi última inocencia
es lágrima en la almohada.
Yo apago los reproches
como apago mi lámpara
mientras una certeza
se enciende en madrugada:
No pudiste quererme.
Eso es todo. Que lástima