domingo, 14 de febrero de 2010

Hoy es mejor...

Pensando en nuestra realidad, o mejor dicho, en una de las posibles realidades, la mía, me agarra rabia…
Anoche tuve oportunidad como en tantas otras ocasiones, de presenciar una conversación casual acerca de aquel pasado de corazones solidarios y generaciones concienzudas. Anoche, escuché a una generación o dos atrás, pronunciando con orgullo y nostalgia palabras con las que decoraban un pasado de discusión política y ciudadanía… Anoche, ilustraban aquellos días con “pibes” de barrio jugando en las tranquilas calles de la ciudad, por aquel entonces, menos poblada e insegura.
Entonces, mientras escuchaba de esos días felices, me pregunté ¿Qué de nosotros? Y seguí escuchando. Me perdí de la conversación cada tanto en paseos mentales breves y sentimientos de tristeza y bronca. Pensé, que seguramente nos toca hacernos cargo de esta parte, de este hoy de inseguridad, violencia e individualismo. ¿Esto es lo que pretendían las palabras de mis mayores?
No somos nosotros los que gestamos esto, de ninguna manera. Esto es lo que recibimos, y lo recibimos de ellos, en tal caso.
Pero por supuesto que no quiero hablar de culpables, no es la idea. Sino más bien, intentar traducir en algunas palabras todo esto que sentí ayer y que hoy aún me genera preguntas, más bien interrogantes sin destinatario.
Me da algo de pereza ponerme a escribir hoy, porque es domingo, pero quiero aclarar un poco algunas ideas y qué mejor…
A veces creo que nuestros mayores, la generación de nuestros padres, aquella que levanta las banderas del orgullo por su juventud activa y pensante, olvida que el mensaje aquel puede sonar algo despectivo, desesperanzador. ¿Subestiman acaso nuestros esfuerzos por sobrevivir (que no es poco) en los vestigios de esta sociedad, y de sostener, al menos sostener muchos, muchísimos de nosotros, viva la idea de cambio? ¿La posibilidad de perseguir nuestros sueños?
Anoche se hacía referencia a la infancia de juego en la vereda y la juventud sana. Yo recordé mi infancia de departamento y conglomeraciones, pero sin vergüenza. Recordé mi infancia de libros y casa de amigas. Y también repasé con ventura nuestros objetivos actuales, ideas y sueños. Lo que hacemos y lo que no hacemos. Mi interés no por el vecino más próximo, como se pregona, ni por las charlas sentada en la vereda, sino por la humanidad y la paz mundial. Mi deseo de fraternidad, mi multiplicación del amor con palabras y con hechos. Mi y nuestro, de mucha gente que conozco, de mi generación, presente y pasado que nada tienen de injustos. O en tal caso, nada más injusto que otros pasados y que otros presentes.
Anoche, se habló de una época de tolerancia, en la que españoles convivían con italianos y turcos… Y se juntaban para edificar, y para almorzar. Y recordé que vivo en un país en que los prejuicios vienen de lejos, y donde no se soporta a nuestros hermanos de países vecinos. Donde se los critica, prejuzga y discrimina. Y pensé… ¿Acaso somos nosotros quienes no podemos vivir en paz? ¿Por qué si estas generaciones vivían en armonía con la diferencia, hoy integran las mayorías que excluyen pretendiendo un país patriotero y nefasto?
A ver si lo entienden de una vez… hoy por hoy, no se construyen las casas en grupos de amigos, porque hoy no hay lugar para hacerse la casita propia. Hoy la alquilamos, o la compramos con tanto esfuerzo como antes se apilaban los ladrillos. Y lo hacemos mientras repartimos nuestro tiempo trabajando, amando, compartiendo, aprendiendo…
Y también pensaba en todas las veces que me contestaron “eso es una utopía…” y en general encuentro esa respuesta, aunque no siempre, en esta misma generación…
Según el diccionario, utopía es el “plan, proyecto, doctrina o sistema halagüeño pero irrealizable”. Hasta hace poco tiempo, hasta había llegado a conformarme pensando una utopía según el decir de Galeano, nunca se llega pero sirve para caminar… para ir hacia allá, acercarnos lo que más podamos.” Y aunque esto sigue resultándome romántico, hoy me genera cierto enojo. No es acaso una forma de violencia simbólica esto de que lleguemos a tomar como natural que un mundo basado en la igualdad, el amor, la paz y el respeto es irrealizable?? Tan solo asumir que vale la pena levantar esa bandera pero siempre con la resignación de que nunca podrá consumarse? ¿Por qué? No es esa una forma de inventar un techo a nuestros ideales? ¿De limitar nuestras acciones a lo que a alguien se le ocurre que es lo posible? ¿Cuál es el límite de lo posible? ¿Quienes son los dueños de este límite sino cada uno de nosotros?
¿Todo tiempo por pasado fue mejor, o esta también es una forma de quitarnos la posibilidad de cambiar?
Asumo la responsabilidad de tener hoy 28 años. Ya no formo parte de los más jóvenes, pero tampoco de quienes ven las cosas “del otro lado”. Y asumo también la responsabilidad de mis palabras hacia las generaciones venideras. “NO TODO TIEMPO POR PASADO FUE MEJOR. MAÑANA ES MEJOR”… Y HOY TAMBIEN PUEDE SER MEJOR…
PD: No, de ninguna manera es la idea criticar generaciones... por favor, no se interprete eso. Sí de luchar contra algún cliché que ya me cansé de escuchar. MAÑANA ES MEJOR, HOY PUEDE SER MEJOR...