martes, 29 de diciembre de 2015

jueves, 24 de diciembre de 2015

El milagro de la vida

"No se mueve una sola hoja de un árbol, sin que esté la mano de Dios"
Así decía mi abuela, según citan miles de veces mi papá y mi mamá...

Y parece que hay cosas que cuando tienen que suceder, simplemente suceden. Por más que intentemos controlar, preveer, hay pequeños milagros que se resisten a los cálculos y a  las expectativas.
No le llamo Dios por una profunda falta de fé religiosa que me persigue desde hace ya muchos años. Pero hoy quizás sí tenga ganas de llamarle Dios. Al menos como un buen nombre que puede englobar toda la gran maravilla de las cosas que no comprendemos ni podremos comprender nunca. Jamás.

Y hoy pienso, como tantas veces, que las cosas suceden por algo. Y no en el sentido del destino ya fijado, pero sí que si uno está abierto a escuchar los mensajes del universo, de la vida, si uno está dispuesto a aprender a cada paso, de cada desilusión, de cada "mala racha", si uno se deja crecer... si uno se deja sorprender, y a veces se deja llevar... todo habrá tenido sentido y ningún sufrimiento habrá sido en vano.

Hoy, después de tantas horas-días-meses-años en este camino de espera, lucha, angustia y de tanto en tanto pequeñas buenas noticias, siento que todo valió la pena. Y que todo valió la pena porque siempre fue transitado con amor, con muchísimo amor, y cada paso, hasta el más angustiante, fue caminado con la alegría de estar vivos, de estar juntos, de sentir en el corazón tanto amor, y de saber que todo era por algo.

Tantos días me sentí tan cansada, desesperanzada, pero tantos otros me sentí ilusionada y entusiasta, esa mezcla de emociones que hace que todo sea posible. Nunca es una cosa sin la otra, y eso también es un aprendizaje.

Y también aprendí que estoy rodeada de seres hermosos, que brindan amor, algunos escuchan, otros dicen palabras oportunas, y otros inoportunas, pero que todos están allí porque en la vida hemos decidido caminar juntos, y cada uno de ellos hacen que mi jardín esté siempre lleno de flores.

Quizás a veces sienta que hoy estoy un poco más "dura", más áspera, que lloro menos que antes, que a veces me cuesta más creer en algunas cosas, hasta a aveces me pueda sentir un poco ácida respecto de muchas cosas que antes me sensibilizaban. Bueno, quizás todos estos pasos tengan ese costo, o quizás sin ese endurecerme un poquito no hubiese sido posible caminar tanto... no sé... No me preocupa sólo porque hay algunas pocas cosas que sí, me siguen emocionando.
Siento que a veces somos testigos de un cierto proceso de síntesis. Ya cada vez menos cosas, ya poquitas cosas, van teniendo tanto sentido, y cada vez más forman parte del paisaje, se ponen en un segundo plano difuso. Pero siento que las que quedan en primer plano, se vuelven cada vez más importantes al punto que dirigen definitivamente nuestras vidas. Yo siento que todo se ordenó de tal forma, que solo el amor y la vida misma quedaron por delante, comandando todo. Para allá vamos, siempre. No creo que sea un valor universal, pero sí un hallazgo personal, singular, y sobre todo una elección de vida. "El amor y nada más..."

Por ahora, esta es la cosecha más importante de mi vida, y lo único que siento que puedo transmitir.

Bienvenidos los nuevos días, las nuevas enseñanzas, las nuevas alegrías pero también las nuevas angustias y miedos. Sin todo eso, nada de este milagro de la vida sería posible.

Y ahora sí, Dios es un buen nombre para englobar todo esto para lo cual me faltan palabras... Gracias a Dios por este milagro que llega a nuestras vidas!!!!


jueves, 9 de julio de 2015

lunes, 27 de abril de 2015

ROMANCE DEL PAIS QUE NO CONOCI, 
Elsa Bornemann

No conocí el paisito
de donde tú llegabas:
lo busqué en cada mapa
pero no figuraba.
Por eso, al ver tus ojos
yo me lo imaginaba
como un río celeste
oleando en sus mañanas.
(¿Fue el río el que te puso
de agua la mirada
y esa manera dulce
de apoyarla en la nada?)

No conocí el paisito
de donde tú llegabas:
por eso, al oír tu risa
yo me lo dibujaba
con una torre alta,
henchida de campanas.
(¿Fue allí donde aprendiste
a alzar la carcajada
y ese modo de darla
sonora, larga, clara?)

No conocí ese paisito
de donde tú llegabas:
Toqué tu piel y dije:
-Viene de donde se ama.
Por eso fui tu amiga:
de puro equivocada,
que hoy sé que no había río,
ni torre, ni campanas...

Fuiste un sueño apenitas
y era yo quien soñaba.
Tan sólo había tu pecho
con la puerta cerrada,
sin rincón de caricias,
sin paloma anidada,
sin lugar para un beso,
sin luces ni guitarras.

Por eso no podías
sentir que me hacías falta
ni beber de a poquito
el color de mi lágrima.
Por eso no podías
atarte a mis palabras,
la mitad, entre risas
y la otra, lloradas.
En vano tantos versos
de siesta amanzanada.
En vano tantos versos:
mi silencio extrañabas.
Por eso, sin siquiera
decirme qué pasaba
en un día cualquiera
me dejaste olvidada.
Qué triste es despedirte,
pasajero de mi alma...
Tu recuerdo me sigue
como un pájaro en llamas.
No podías quererme.
Hoy lo entiendo y me daña
pero sé que es la vida
la que anuda o separa.
No conocí el paisito
del que te despegabas
ni tampoco tú el mío,
coloreado de infancia.
¿A quién culpar entonces
de estas cosas que pasan?
Me llevo mi solcito:
le sobra a esta nevada.
Mi última muñeca
mira y no entiende nada.
Mi última inocencia
es lágrima en la almohada.
Yo apago los reproches
como apago mi lámpara
mientras una certeza
se enciende en madrugada:
No pudiste quererme.
Eso es todo. Que lástima

jueves, 8 de enero de 2015